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El pasado martes 29 de octubre tuvimos el placer de contar con la visita de Bárbara Senillosa, experta en protocolo, quien compartió sus conocimientos en una charla inspiradora. Esta actividad forma parte del programa Cercle de la Fundación No Somos Invisibles, cuya misión es fomentar el respeto y la inclusión en la sociedad.

El protocolo establece normas de buena conducta y cortesía que aplican en todos los ámbitos, profesiones y clases sociales. Como cualquier conjunto de reglas, limita un poco la libertad y espontaneidad de la persona, pero es preferible seguirlas para evitar el caos social y fomentar la evolución de la sociedad. En ocasiones, es mejor callar que expresar una grosería hacia otra persona, manteniendo así un ambiente de respeto.

En las relaciones humanas, cada acción genera una reacción. Nuestra actitud hacia los demás condiciona la respuesta que recibimos de ellos; si es amable, es más probable recibir amabilidad en retorno, y viceversa. La interacción social y el clima en el que vivimos dependen en gran medida de nuestra disposición y respeto hacia los demás. La cortesía y una sonrisa pueden marcar una gran diferencia en hacer el ambiente más positivo.

A lo largo de la historia, figuras importantes han establecido bases para entender el comportamiento humano y el respeto en sociedad. Por ejemplo, Isaac Newton y sus leyes de acción y reacción, fruto de observación y experimentación, en un principio parecían ideas extravagantes, pero hoy son fundamentales. Leonardo da Vinci, destacado pintor y escultor, tenía la rara capacidad de desarrollar ambos hemisferios del cerebro, el izquierdo (racional) y el derecho (creativo), de manera equilibrada, lo cual contribuyó a su excepcional talento.

Desde la Edad Media existen manuales sobre buenos modales, incluyendo normas para comportarse en sociedad, como saber cómo sentarse y moverse de manera adecuada. En el caso de las mujeres, se recomendaba evitar actitudes que pudieran despertar impulsos sexuales. Por ejemplo, el uso de guantes largos ayudaba a evitar el contagio de virus, y el decir «Jesús» tras un estornudo era una forma de pedir protección divina contra enfermedades graves.

Los saludos son otra expresión cultural variada según el país y la región. En España, por ejemplo, es común dar dos besos como muestra de cordialidad, ya sea entre familiares o conocidos, mientras que en otros países se considera un gesto reservado para parejas o relaciones muy cercanas, y en algunos lugares ni siquiera se besa. En cambio, se dan la mano, hacen una pequeña reverencia o incluso rozan las narices, como en el caso de los esquimales. En Malasia, el saludo tradicional puede incluir tocar los pechos o genitales, aunque visto desde el respeto y la cultura de la zona.

El lenguaje corporal también tiene múltiples significados. Cruzarse de brazos, por ejemplo, puede indicar protección, defensa o, en algunos contextos, interés en la conversación. Lo mismo ocurre con la dilatación de pupilas y la apertura de ojos, señales de interés genuino en lo que alguien está compartiendo.

En cuanto a presentaciones, es recomendable presentar a las personas con nombre y apellido. Si presentamos a dos personas, es útil añadir algún detalle en común que facilite la conversación.

Los regalos deben ser personalizados y en función de los gustos de la persona. Por ejemplo, es mejor no regalar una mascota a alguien que no tiene interés en tenerla, o dinero sin más intención. En bodas, suelen crearse listas de regalos para evitar obsequios repetidos y asegurar que los presentes sean realmente útiles y bienvenidos.