Hace unos días, saltó desde Santander, la noticia de unos chicos de 16 años que acorralaron, agredieron y se mofaron de un compañero de clase. No es el primer caso que escuchamos sobre este tema (el bulling), pero sí que es un caso en el que la víctima es un chico con Parálisis Cerebral (PC) en silla de ruedas, con muy poca movilidad y que además no puede hablar, por lo que quizás, ha tenido mayor resonancia mediática.
Desde siempre ha existido el bulling, los abusones y los niños malotes, y eso todos lo sabemos y lo hemos visto, en el colegio y en el barrio. Niños que utilizan la debilidad del más vulnerable para reírse un rato de él con los colegas, y así sentirte, un poco, el protagonista y el rey de la fiesta. También hay que decir que, muchas veces, no lo hacen con maldad, ni con odio real. Cuando esto ocurre en edades tempranas, las criaturas lo toman como un juego y no son conscientes del daño que hacen.
El problema actual es que, ahora esas bromitas de mal gusto, cada vez las hacen chicos más mayores, chicos de instituto que ya tienen la capacidad de comprender el daño que están causando; y además las comparten por las redes sociales y las ve todo el mundo, y eso sí que ya no es una chiquillada, sino que es un acoso en toda regla, y debe ser un verdadero martirio e infierno, tanto para la persona víctima del bulling, como para sus familias, que lo están viendo y lo están reviviendo, literalmente, durante el tiempo que el video circula por internet.
Hoy día el bulling ya no es sólo cosa de niños malotes en el cole, sino que ya afecta también chicos y chicas de instituto, con o sin discapacidad, pero evidentemente cuando se trata de una persona con discapacidad tiene más resonancia mediática. Y es una pena que no nos demos cuenta de que en todos los institutos hay bulling, hasta que vemos que se lo hacen a un chico con PC.
De lo que tampoco nadie parece darse cuenta, es que en el bulling todos los afectados sufren, y no solo el acosado. pues seguramente el acosador, incluso sin ser consciente de ello, también tiene sus problemas y sus conflictos internos que no sabe gestionar, y por eso reacciona así, para sentir algo de control personal.
Con estas acciones parece que quieren infundir miedo y ganarse el respeto o la admiración del resto de su grupo, pero realmente, el hecho de agredir o acosar al más débil, es un acto sumamente humillante y doloroso para la víctima, y también es un acto muy cobarde por parte del agresor y su entorno.
No se dan cuenta de una cosa, no degradan solo a la víctima, sino también a ellos mismos, pues la imagen que dan es bochornosa.
¿Con esto qué ganan?, a dónde vamos a llegar?
Desde La Fundación No Somos Invisibles pensamos que ya no se trata de buscar culpables, pues seguramente todos somos cómplices y víctimas de esta pasiva sociedad, que cada vez va más deprisa, impaciente y que lo quiere todo para ayer, una sociedad que es cada vez más intolerante y agresiva… para evitar esto hay que educar más en valores desde q los niños entran en el parvulario, y sobre todo hacerlo de una forma consciente y directa.
Enseñarles, no solo a comportarse en clase, sino también a pensar y a reflexionar más, a sacar sus propias ideas y conclusiones sin miedos, a ser críticos, a saber pedir ayuda, etc…
Pues, la sociedad la formamos entre todos, y cada acción cuenta para hacerla mejor, pues como dice la frase: un grano no hace granero, pero ayuda al compañero.